lunes, 27 de febrero de 2012

‘Negro’, el perro que anhelaba un ángel guardián


Éste es el relato de ‘Negro’, un perro que quiso contar su historia, desde la indiferencia de la ciudad hasta la ayuda inesperada de personas que por amor lo acogieron. Historia sobre el maltrato y abandono de los animales en la capital caucana.

¡Hey! Sí, aquí abajo…

Hola me llamo ‘Negro’, pues digo, así me conocen mis compañeros. No sé bien dónde nací por si les interesa saber, solo voy a contarles donde vivo y la verdad creo que mi casa vendría siendo gran parte de Popayán, con su enorme variedad de andenes angostos, que nadie comparte pero que son míos porque ahí duermo y transito a diario.

Tengo muchos amigos con los que incomodamos a la gente y a los carros, al fin y al cabo no nos dan nada cuando nos portamos bien, pues entonces menos ahora que somos tantos y que ya ni los andenes nos alcanzan para caminar.

Tengo 21 años caninos que llaman; que bobada, como si la realidad de los perros fuera diferente a la de los humanos y que nuestros días perrunos fueran más cortos, ¡pffff!, ¡perdónenme! pero eso me suena ilógico: a mí también me da hambre a las mismas horas del día que a ustedes y me da frío también en la madrugada, pero en fin…

… Bueno solo sé que me encanta dar vueltas por la galería del barrio Bolívar entre infinidad de piernas, canastos, bultos y también los improperios, maltratos e intentos múltiples de patearnos en aquellas mañanas frías en las que yo y varios de mis amigos buscamos pedazos de carne que desechan en algunos sectores de la plaza de mercado.

Ya en la tarde camino desafiando los carros hasta el parque Caldas, donde uno se entera de cosas que jamás imaginó y se da cuenta de las injusticias de esta ciudad, además no está uno todo el tiempo pensando en lo que va a comer por la noche.

El hambre también se olvida o al menos a mí me gusta olvidarla para no terminar comiéndome un pedazo de carne envenenada, o como ‘Don Javier’, que por hambriento recibió un machetazo por allá en la galería de Alfonso López hace poquito; qué pesar del viejo, no tenía familia pero a mí me caía bien.

Igual, de todo se ve en esta ciudad, hasta los perros ‘pupi’ que sí tienen dueños en ocasiones tienen problemas existenciales porque los llaman peligrosos y si salen deben estar con la boca tapada, ¡bah!, si a mí me ofrecieran comida por estar con la boca tapada yo me le mido, de qué sirve un hocico pelado si no hay nada que comer; ¡vaya y venga yo lo haría sin depresión!

La otra vez escuché a un señor en el parque Caldas que comentaba con voz aguardientosa: “…esta es la ciudad de los pobretones más creídos del país” y me imaginé comiendo chuleta de cerdo, costilla, pezuña y demás, mientras un amo ricachón me acariciaba el poco pelo que me queda, claro que en mi imaginación era bastante bonito, sin parches decolorados por el sol y el agua, juaf juaf juaf no me quejo, ese es mi look , y a pesar de todo atrapo miradas de lindas nenas a diario; no crean, todo es cuestión de actitud.

Hablando de nenas, acá en la ciudad hay bastantes, lo malo es que casi todas tienen cachorros y pues uno tan joven no se le mide a una responsabilidad de esas, no hay comida para uno solo, pues menos para tres chinos que no son de uno.

Sería bueno que hubiera un sitio donde ellas pudieran ir y las dejaran sin poder tener cachorros u otro donde los perritos sean adoptados para que no terminen como yo en la calles. Sin ser egoísta, las crías son bonitas pero creo que hacer eso que les comento sería un acto responsable de dos canes que piensen seriamente en entablar una relación.

La ciudad de los perros…

La verdad a mí esos temas de compromiso y responsabilidades no me gustan mucho porque desde cachorro me ha tocado vivir el día a día y más en ésta ciudad donde hay más carros que personas y las calles son casi como los ríos de Pereira en épocas de turismo, eso lo sé por un compañero que vino con sus dueños de allá y al llegar lo dejaron en una acera y se fueron; para que vean que sí hay perros más de malas que uno.

En todo caso el can este me comentaba que en esa ciudad durante los preparativos de un evento mataron una cantidad de perros, amarrándoles las patas y echándolos al río Consota. Dice él que porque los compañeros canes hacían ver fea la ciudad, ¡Vea pues!Aquí no hacen eso, menos mal, pero en Popayán haya o no haya eventos, nos morimos de hambre, atropellados o por comer algo envenenado, sin contar a los carniceros vengativos; pero igual, aquí nacimos y acá nos tocará morir y ojalá no sea bajo las ruedas de un bus de esos que paran en cualquier lado y uno piensa que están varados pero ¡mentiras! que arrancan a todo motor cuando uno inocentemente cruza la calle.

Por eso precisamente yo pienso que debería haber un lugar donde uno encontrara gente que le tendiera la mano, es que eso de dormir en un andén la verdad no es muy agradable y varios de mis amigos se han muerto y vaya yo a saber por qué, pero si alguien pudiera ayudar sería algo así como un ángel perruno.

Huy, todo esto me hizo recordar a doña Luna, una sabia de los canes que una vez me contó que así como a los gobiernos les toca velar por el bienestar de los humanos, también deben preocuparse por los animales en general, perros, gatos, caballos. etc.

Doña Luna organiza manifestaciones y varios de nosotros llegamos allá, pero pues algunos reciben ayudas de gente que de verdad siente que los animales mueran de hambre o por la violencia desmedida de gente ignorante que se iguala con uno de los nuestros.

Ayer salí a buscar desayuno por allá en Barrio El Plateado, cerca de donde encierran a las mujeres humanas y donde yo pienso que deberían ir a parar todos aquellos que maltratan a los gatos, perros y demás animales; en todo caso resulté yo en ese barrio muy temprano y hambriento, además me topé con un grupo de personas que tenían como a 200 perros en su poder y los estaban bañando, ¿se imaginan?, y les inyectaban cosas entonces me asusté y salí corriendo…

En el camino me topé a Yaco, un viejo compañero de andanza que iba hacía el sitio donde estaba esa gente, traté de prevenirlos pero iban felices diciendo que por fin la vida les iba a cambiar, yo mientras tanto corrí por mi vida lo que más pude.

El ángel perruno

Hoy no quiero nada, estoy cansado de caminar horas para terminar encontrando en la basura un pedazo de comida que ya han olisqueado como 20 perros más, y que no habiendo más, pues toca comer, además anoche casi no dormí pensando en la cara de felicidad que llevaba Yaco, una de dos: o se enloqueció o de verdad eso si es tan bueno como parece. En todo caso ya esa gente se fue y no pienso caminar de nuevo hasta allá.

He pasado toda la mañana y tarde echado frente a la Catedral y no me voy a mover así llueva, tengo mucha hambre pero algo se me ocurrirá para olvidarme de eso, si tan solo hubiera un ángel que con solo mover un hueso hiciera aparecer un tamalito de Pipian con ají y un churrasco con papas, además de una rosquilla con manjar blanco y luego… bahh se me corrió una teja, el mundo real de los humanos no dista mucho del mundo real de los caninos, a nadie le importa lo de nadie y lastimosamente yo ya no quiero hablar más del asunto, me cansa el sin sentido de una mayoría que sólo piensa en ella y de unos pocos que casi no me topo.

Al otro día…

Acabo de escuchar a alguien hablando de los animales por un megáfono cerca del mercado de la 13, diciendo que hay una jornada o algo así, voy corriendo a toda marcha a pesar de que ando muy débil, es que ayer en todo el día no comí.

¡Posiblemente sean las personas que bañaron los perros el otro día!, tengo que averiguar que hacen y si me matan pues seré un perro menos de la ciudad…

Wuufff, wufff he llegado y se acerca un joven con guantes de latex hacia mí, no pienso morderlo, debe ser el ángel de los perros.

Un hogar…

¡Hey compañeros!, soy ‘Negro’, sí el mismo del hermoso pelaje aquella vez, lo interesante del caso es que ahora sí es sedoso y tiene un solo color, ¿pensaron que me había muerto?, ¡nah! yo también lo pensé pero no, ¡ya tengo un hogar y he subido varios kilos!, al menos eso dice la hermosa veterinaria que me viene atendiendo hace como dos meses.

Vivo en un hogar de paso aquí en Santa Clara con otros 29 compañeros perrunos y la señora de la casa es muy agradable por cierto, estoy contento porque no aguanto hambre y duermo sobre unas buenas cobijas, además he conocido a una hermosa nena French Pooddle que operaron la semana pasada para que no tuviera más cachorros y que recogieron del mismo sector en donde me encontraron a mí, ahora estamos pensando en formalizar nuestra relación, esperando que no tengamos que separarnos pronto por una adopción.

Actualmente no hay estadísticas a nivel municipal que muestren cuántos de nosotros vagamos por las calles ni cuantos morimos por diversas circunstancias, pero bueno, ahí les dejo el relato de mi historia para que le cuenten a sus amigos canes que aunque no parezca haber soluciones desde las personas a las que les compete ayudarnos, siempre hay un ángel dispuesto a encontrarnos, saludos y hasta pronto.

2 comentarios:

  1. Espero que con la historia de Negro, muchas personas del cauca y de colombia se concienticen de lo importante que es adoptar a un gran amigo como lo son las mascotas.

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  2. Es un relato tan bien escrito que además de entretener, alienta a un cambio para las personas...Nada mejor que ayudar a un animal. Nada mejor que adoptar un animal.

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